A tenor de la última entrada podríamos preguntarnos si hay relativismo en el lenguaje. ¿Pueden todas las lenguas designar lo mismo?
Todas las lenguas puden nombrar las cosas, pero su significados y sus
connotaciones pueden ser diferentes. Hombre y mujer desde el punto de
vista de Chomsky sería la designación de dos sexos de personas.
Pero esto no está tan claro, porque en algunas lenguas, como en español,
hombre tiene muchos más usos que la designación de varón. Póngase de
ejemplo: el hombre llegó a la luna. La mujer, en nuestra cultura
androcéntrica, está asociada a valores más peyorativos, quizás por eso
no ha parado de cambiar dicha palabra a lo largo del tiempo, frente a la
de hombre que básicamente no ha cambiado. En latín tenemos homo - mulier. En francés homme - femme, en italiano uomo - donna, en catalán home - dona. Hombre no ha cambiado, pero para mujer cada lengua ha buscado una nueva designación.
Tal vez tenga que ver con una sociedad patriarcal en la que se ha
querido tapar la palabra tabú “mujer,” que significaba no esposa o hija,
es decir una mujer independiente que no encajaba en una sociedad
patriarcal. Por eso, algunas lenguas buscaron una palabra que
sustituyera a mujer y usaron: dona, señora, etc. para diferenciarlas.
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