jueves, 26 de abril de 2012

El lenguaje como organizador de nuestras experiencias de la realidad


Como decía en la primera entrada, el lenguaje reproduce la realidad y transmite esta producción a las generaciones siguientes.


Póster de la película 1984, basada en la obra de Orwell
Cada lengua organiza la realidad según la ven sus hablantes. Esto se hereda de  una generación a otra, se aprende con la lengua toda una teoría de la realidad. Muchas hipótesis han planteado, sobre todo en las vanguardias del siglo XX, que si se cambia la lengua se cambiaría la visión de la realidad. Un ejemplo de ello es la novela escrita por George Orwell 1984 en la que el autor introduce el concepto de neolengua, en la que se reduce y transforma el léxico con fines represivos, basándose en el siguiente principio: Lo que no está en la lengua no puede ser pensado. . Evidentemente, una cultura no se cambia simplemente alterando o modificando su lenguaje, hay muchas otras razones, pero desde luego es un factor vital en una cultura.

A modo de ejemplo,  en todas las lenguas hay marcas (morfemas) para hablar del tiempo, en relación con esta categoría el referente de la cultura occidental es muy distinto al de otras. Para la sociedad occidental, el tiempo es como una especie de línea que avanza del pasado a futuro, y en esa dirección viajamos, es una visión unidireccional. En cambio en otras culturas, la precolombina, la tibetana, la mongol, incluso en la misma Europa antes de la llegada del cristianismo, el tiempo es cíclico, como una rueda que se repite y va pasando una y otra vez por las mismas experiencias. En estas culturas los términos como progreso son difíciles de definir, porque todo da vueltas completas y no hay grandes diferencias entre pasado, presente y futuro. Lo que importa es el aquí y el ahora, porque dependiendo de lo que hagamos en el presente será devuelto por la rueda cíclica de la vida. Los tiempos verbales de estas lenguas son un elemento secundario, no suelen tener marca de tiempo, sino otras, como por ejemplo la Marca de validación, que tiene que ver con el grado de certeza que tiene el hablante en relación con lo que cuenta. Lo importante no es situar una acción en el tiempo, sino la marca de validación que indica si he visto esa acción por mí mismo o si me la han contado. Así pues, esta idea nuestra del tiempo como algo lineal viene con el judaísmo. La Biblia enseña que hubo un origen del mundo y habrá un fin del mundo y mientras vamos mejorando porque lo mejor será el final, cuando aparezca el Mesías. Por ello nuestra idea del tiempo es lineal y de progreso, valorando lo nuevo frente a lo viejo; esto es por el excesivo valor que concedemos al futuro. En la cultura árabe que tiene una idea del tiempo distinta, nuevo significa que no está probado, que no es fiable.

La persistencia de la memoria, Salvador Dalí

Así, pensamos que el tiempo es una categoría objetiva, pero en realidad, también es cultural, hay muchas maneras de ver el tiempo, depende de las experiencias de la realidad que sus hablantes hayan vivido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario