jueves, 26 de abril de 2012

El cambio del léxico y sus connotaciones culturales


Sabemos que la gramática de una lengua es un campo cerrado que los hablantes pueden llegar a dominar, mientras que el léxico, sin embargo, es algo abierto porque nadie puede  llegar a conocer todas las palabras de una lengua.

Algo muy importante es que las palabras cambian de significado según pasa el tiempo. Aunque algunos autores piensan que hay un verdadero e inmutable significado de la palabra que es el que se deriva de su etimología, otros creen que sí es posible ese cambio de significado. Por ejemplo, llamar a alguien radical y pretender que lo que se quiere decir es que va a la raíz de las cosas sería incorrecto; en realidad radical, aunque provenga de raíz, significa hoy otra cosa. Pero no entrando en prejuicios etimológicos, vemos que el cambio del léxico tiene que ver con cuestiones sociales y culturales. De pronto, por ejemplo, una palabra deja de usarse porque entra en conexión con algún tabú o algún miedo.

Centrándonos en el tema del tabú, son aquellas palabras que remiten a un campo prohibido, que pueden provocar incomodidad. Por ejemplo el tema de la muerte, el mal (si nombro algo de alguna manera lo invoco). En casi todas las lenguas hay estos territorios tabú, con ello las palabras van cambiando muy deprisa. Consciente o inconscientemente, las personas echan la culpa a la palabra de la fealdad de lo que invocan y por eso cambian mucho. Así podemos ver como han ido cambiando las palabras en español para designar a lo que hoy llamamos cuarto de baño: En principio retrete era un término fino, alrededor del siglo XVI significaba solo el cuarto de atrás. De retrete se pasó a llamar al baño letrina, que al inicio sonaba bien. Después se llamó wáter, que hoy ya no suena bien.

Como podemos ver, la lengua devora palabras en el territorio tabú, porque la vergüenza está en la idea, ninguna palabra puede hacernos hablar de ello asépticamente aunque al principio así nos lo parezca. Un recurso es recurrir a un préstamo, como por ejemplo ocurre con toilettes (del francés), que hoy día parece menos cargada  de ese valor connotativo que se le ha dado a wáter.

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